hace un par de semanas (ya sé, llevo retraso poniendo las cosas aquí; a ver cuándo cuento algo del puente de noviembre :-P ) apareció en el país semanal un reportaje sobre las becas erasmus en el que un buen número de gente, que las había disfrutado, contaba su experiencia. leyendo esto, no pude menos que recordar cuando yo fuí uno de ellos en el curso 2001/2002. y la nostalgia se apoderó de mí: pasaron por mi cabeza imágenes de toda la gente que conocí; de cómo al principio todos éramos amigos y luego se fueron formando grupillos; de mi grupillo, formado por cinco chicas y yo, que tenía el inconveniente de que, a veces, me tomaban por su muñeco: por aquel entonces llevaba yo la barba completa y, un día, decidieron afeitarme; luego se dieron cuenta de que estaba más feo y decidimos que me dejaría sólo la perilla, y así sigo. otro día les daba por hacerme trenzas o peinados raros... me acordé de las fistas que hacíamos, de las tortillas de patatas, de las paellas y, cómo no, de las cervezas (pero qué ricas las hacen los malditos belgas). de los viajes, tanto por el país, como a los vecinos holanda, francia, luxemburgo y alemania... incluso fuimos a londres en tren desde bruselas. estaba tan bien que decidí quedarme a pasar el verano y todo.
luego vino la vuelta a casa, la separación de esa gente con la que había vivido un año al máximo y con la que estaba tan unido, la pérdida de la libertad de obrar sin dar explicaciones a nadie, la pérdida de los amigos que tenía antes de irme, que se olvidaron de mí, y el conocer a gente nueva que son ahora mis amigos (con los que he congeniado mejor que los otros, por cierto). me costó un año superar lo que llaman la depresión post-erasmus y, sin duda, gracias a estos amigos de ahora.
dos años después de volver (tres después de irme, por lo tanto) aún mantengo el contacto, casi a diario (gracias a internet y los móviles), con tres de estas amigas, y, algo más esporádico, con dos o tres personas más, y cada vez que nos vemos es como si no hubiera pasado ni un día desde la vez anterior. fuera de los conocimientos académicos que adquirí (la cerveza y sus clases y tipos se consideran conocimientos académicos ¿no?, porque, si no, mal vamos :-P ) está el haber salido fuera, haber conocido otra cultura, haber vivido.....
cuánta verdad tiene aquello de viajar abre la mente
P.D. Noe, no te deprimas si lees esto: a tí no te han olvidado tus amigos de aquí, así que se te va a pasar antes la depresión post-erasmus ;-) :-**
viernes, 5 de noviembre de 2004
erasmus
Publicado por ale a las 0:00:00
2 comentarios:
gracias por la visita, Karkinyol ;)
sí, fué un poco así de romper con lo que tenía y abrir nuevos horizontes. se ve que me explico bien :D
Qué cierta es esa frase: viajar abre la mente. No hay mejor cura ante el fanatismo y el chovinismo que el viaje a otro países y otras culturas. La de males que se hubiera ahorrado el mundo si la gente viajara más.
Por cierto, en Bélgica me enamoré de esa ciudad que llamamos Brujas ;)
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